He leído varias veces el libro de Antonio Lara y ni siquiera convivo con un perro.
Sin embargo, cada vez que cae en mis manos, me atrapa y no puedo soltarlo hasta que lo acabo.
La razón es que, como todas las grandes obras, trasciende el tema que aparentemente trata y, de una forma amena, además de con gran ingenio y exquisita sensibilidad, nos hace reflexionar sobre las relaciones en general, sobre la vida, la muerte, la salud y la enfermedad y, sobre todo, sobre el amor, ese amor incondicional y desinteresado al que personalmente me gustaría llegar.
Después de leerlo de nuevo, me viene además a la mente lo que expreso a continuación:
Si yo fuera un perro, me gustaría que,
si me aquejara algún mal,
me llevaran a un lugar donde hubiera alguien
que fuera capaz de ver más allá,
que supiera que,
detrás de los síntomas de la enfermedad
está lo que grita mi alma animal,
que lo respetara y me acompañara en ese proceso
de sacar toda la salud que llevo dentro,
mi fuerza vital.
GRACIAS GRACIAS GRACIAS.