Los conocimientos de veterinario que tiene no los sé, pero el cariño y simpatía que muestra hacia los animales es nulo. Koko estaba temblando porque se pone nervioso al entrar en cualquier veterinario, y el señor ni lo ha mirado, ni tocado, ni se ha dirigido a él en ningún momento (ni al llegar ni al irnos) Menos mal que sólo iba a pelarlo pero ¡que pena me ha dado tener que dejarlo 1h y media allí!
El resultado, 150 trasquilones, y primera y última vez que vamos a éste sitio.