Llevé a mi gata de meses, con semanas de haberla cogido de la calle, por una tos que no se le iba. Sin hacerle ningún tipo de prueba, me metió miedo diciéndome que le pasaban muchas cosas, que si no actuabamos pronto podía ser tarde, solo porque le dije que tenía diarrea. Le metió dos inyecciones (de las cuales tuve que insistir por teléfono para que me dijera cuales eran) tampoco sin ningún tipo de prueba y me hicieron comprar un tipo de comida especial.
Estaba tan asustada y mi pareja veía a la gata tan bien que fuimos a buscar segundas opiniones a otra Clinica. La gata estaba perfectamente y solo tenía un resfriado común que se le fue con unos antihistaminicos. La diarrea me explicaron que era normal por el cambio de alimentación al pienso. El segundo veterinario no entendía por qué le metieron esas inyecciones y mucho menos una comida especial que a la larga podría haber sido contraproducente.
Menos mal que no volví.