Después de buscar veterinarios de los que no hablasen burradas, me topé con este lugar. ¡Y qué decir!
Una atención más que genial hacia los animales. Se respira amor por ellos.
A Iris todavía no le gusta mucho ir porque se agobia en el transportín, pero no habría podido caer en mejores manos.
En un sitio pequeñito pero muy agradable.
Mi gatita crecerá con ellos.