Llevé a mi perrita en dos ocasiones para las vacunas y le pedí que me revisara las orejas ya que se rascaba mucho. Seguía quejándose y fui a otro veterinario para pedir una segunda opinión y me diagnostica una otitis bilateral aguda. Me parece increíble que no haya podido detectar algo tan evidente, máxime habiéndole insistido en examinar las orejas. Tampoco me dejó entrar junto a mi perrita para examinarla alegando «protocolo Covid», cuando en el resto de veterinarios a los que he ido, tomando la medidas necesarias, no hay problema.
Ya ha perdido un paciente y un cliente.