Llevé a una perrita agonizando para practicarle una eutanasia, iba con mi hija de dos años porque no tenía con quien dejarla, y tuve que soportar los comentarios chulescos, uno tras otro, de un empleado que me recriminaba no haber pedido cita, diciéndome con una falta de sensibilidad increíble, que ya me estaba haciendo un gran favor por atenderme. Harto de sus comentarios tuve que volver a meter al animal en su transportin y buscar otra Clinica.
Por otra parte sala de espera cerrada y con el aire acondicionado apagado, una verdadera sauna.