Al margen de un pequeño malentendido con el horario (no con el veterinario) la sensación ha sido de estar en buenas manos, no solo en lo profesional sino también en lo personal. Habiendo pasado esos días por varios veterinarios por lo grave del estado de nuestro perro, ha sido un oasis, simplemente por no sentirnos explotados y por primera vez no sentirnos exprimidos como por los comerciantes peseteros anteriores. Nada más que agradecimiento a pesar de que nuestro perro no sobrevivió. Gracias.