En un principio me ha parecido genial la veterinaria, nos ha explicado todo de forma correcta y ha sido muy comunicativa. El problema ha surgido cuando he dejado a mis animales para ser operados. Al llevarlos al quirófano en sus transportines y depositarlos en la propia mesa de operaciones, he visto el lugar muy desordenado y, poco higiénico tratándose del lugar que debe ser. Lo peor a ocurrido al recoger a las gatas. Las tenían en otra habitación donde había una auxiliar de veterinaria, que supuestamente había estado cortando pelo a un perro, estaba todo el suelo lleno de pelo. Mis gatas estaban entre la suciedad y desorden del pecho cuarto. No considero que unos animales recién operados deban estar en esas condiciones. La auxiliar era extranjera y apenas sabía hablar español, y menos era capaz de dar unas instrucciones coherentes sobre los cuidados postoperacionales. He de añadir que en el establecimiento se paseaban un perro y un gato propiedad de la propia veterinaria, y más sorprendente ha sido ver cómo el perro entraba en aquel cuartucho destinado como sala de operaciones. Me siento culpable de haber llevado a mis gatas aquí a esterilizarlas con la intención de ahorrarme algo de dinero ya que eran dos animales que operar y este centro está abscrito en la campaña de esterilización anual. Ojalá hubiese sido capaz de manifestarle directamente a esta señora mi mal estar por todo lo visto y ocurrido, pero ya bastante tenía preocupándome como había ido la operación. Pienso que aunque sea más barato, he pagado para que se realicen las tareas pertinentes dentro de lo ético y profesional y no estas conductas tan poco profesionales. Está señora está acostumbrado a operar animales callejeros y claro, estos no tienes dueños que puedan quejarse de estas conductas tan atroces y poco profesionales.