Fui con mi conejo sangrando por la boca y no quiso ni abrirme la puerta (era durante el confinamiento).
Me dijo, puerta cerrada mediante, que no tenía experiencia viendo conejos, aunque unos meses antes yo le había dicho que pensaba adoptar algunos, y me dio a entender entonces que sí los atendía.
Cuando le pregunté que si al menos podía mirarlo, solo mirarlo, se puso a vacilarme. Me dijo algo así como que si era para mirarlo solo, que no tenía ni que entrar, que lo cogiera y se lo enseñara por el cristal. En fin, me voy a ahorrar los calificativos, que no quiero que me borren la reseña.